sábado, 21 de mayo de 2016

Ajuste y compulsión del orden burgués, O. Fals Borda. Juan Duarte - Sergio Jimenez

Ajuste y compulsión del orden burgués, O. Fals Borda.

Juan Pablo Duarte Rua
Sergio Antonio Jiménez Ruiz

“Supieron utilizar al tiempo las ideas y las armas. Pero lo hicieron sin caer en cuenta que, al buscar el aniquilamiento del contrincante, cerraban canales y destruían mecanismos que hubieran hecho de Colombia un país mucho más adelantado, moderno y próspero de lo que alcanzó a ser”. (pp.111)

Colombia, heredera de las costumbres socioeconómicas españolas, demarcadas por su falta de productividad y fundamentadas solamente en la explotación del pueblo buscó un camino de desarrollo adaptado a los ideales internacionales, comenzando en el siglo XIX tras la independencia, se crea una sociedad interpuesta por ideales políticos, principalmente en Antioquia (debido a la falta de imposición señorial) se busca el génesis de la burguesía, inspirados por el ideario de un burgués tradicionalista, todo esto ocurriendo con el fondo de una guerra bipartidista. La industrialización, la explotación de tierras, la clase obrera y el pueblo determinan el desarrollo económico del país, que trágicamente es manipulado en el choque de perspectivas políticas opuestas, y en la compulsión religiosa que se les agrega como soporte; desencadenando inevitablemente la violencia y a su vez la búsqueda de un ajuste dentro de la nación.
Cabe preguntarse el porqué del fanatismo político imbuido de tanta religión. Quizás era un intento de sanear la despersonalización social. El bipartidismo, ejercía una labor que jamás llenó siglos de ambigüedad en la búsqueda de una verdadera identidad dentro de los grupos sociales subalternos: como resultado, la naturaleza dicotómica, “está con nosotros o contra nosotros”. Los roces por intereses se acrecentaban al iniciar la década de 1860. El golpe de Estado en 1867 era la premonición de un giro de poderes, y los eventos posteriores que tendrían su punto crítico en la captación de Núñez, bien puede tener una calificación ambivalente: ¿Quizá le movía un deseo de inyectarle “realismo” al liberalismo? ¿O quizá la vívida muestra de la claudicación liberal? Sin importar la posible respuesta, el hecho fue que el “impulso divino” del conservadurismo entró con fuerza, y pronto, él por los liberales temido “gobierno teocrático” impuso el aura católica. La violencia parecía el único medio posible: la guerra de los mil días fue un aliento desesperado contra aquel Estado que le había condenado a la esterilidad política. Desde el corazón del guerrillero decimonónico se exhalaba un anhelo partidista, encendido por las pasiones generadas en actuar contra o  “en el nombre de Dios” (primeras palabras de la Constitución de 1886).

¿La ausencia de una identidad entre las capas más bajas de la sociedad constituye el factor explicativo del fanatismo partidista?

¿La busqueda de Colombia por “copiar” modelos de desarrollo es aquello que nos estanca en actividades socioeconómicas poco factibles tales como el TLC?

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